viernes, 5 de marzo de 2010

ABRIENDO CAMINO A LA PARTICIPACION

Abriendo camino a la participación

El sabroso intercambio de experiencias que se originó durante la clase de Comunicación para el Desarrollo, en el Centro de Extensión Universitaria y Proyección Social de la Facultad de Letras (CEUPS), de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el último sábado 30 de enero, puso en evidencia de que es absolutamente necesaria y vital la participación de los integrantes de las comunidades rurales en la formulación, ejecución y monitoreo de sus propios procesos de desarrollo.

Quedó claro además que mientras más convencidos estemos de que la estrategia “infalible” planteada desde una cómoda oficina es la solución a los problemas de una población que vive atascada en el fango de la pobreza y arrastra usos y costumbres ajenas a las nuestras, mayor certeza tendremos de que vamos camino al fracaso. Esta conclusión puede sonar muy simplista, pero es la realidad. Es una verdad contundente, aunque nos duela.

En nuestro país existen centenares de comunidades rurales, entre andinas, amazónicas y costeñas, que tienen usos y costumbres tan disímiles entre ellas, que sería una verdadera locura pretender imponer normas y nuevas formas de comportamiento para lograr su desarrollo, planteadas desde la visión urbana y occidentalizada de las grandes ciudades, las mismas que para los pobladores de las comunidades nativas no tienen ningún sentido ponerlas en práctica.

Durante el intercambio de experiencias que sostuvimos en clase, salió a relucir el motivo por el cual los pobladores de las comunidades amazónicas emprendieron una prolongada protesta de casi dos meses y que solo se hizo notar por el “Baguazo”, donde perdieron la vida 34 personas entre policías y civiles. Ellos, los pobladores amazónicos, protestaban porque no se les tomó en cuenta cuando el gobierno de Alan García Perez decidió lotizar la amazonía para la exploración minera, petrolera y explotación maderera, sin considerar que dentro de esos territorios existen comunidades nativas que se verían afectadas, además del daño que se ocasionaría al medio ambiente.


Los pobladores reclamaban lo que ellos consideran algo justo, el derecho a la consulta, tal y como se establece en el convenio 169 de la OIT que el Estado peruano suscribió en 1993.
Para los pueblos andinos y amazónicos no puede haber desarrollo si se atenta contra la madre naturaleza que es la que les brinda los insumos para subsistir. Ellos tienen sus propias “visiones” de desarrollo y quieren ser tomados en cuenta por un Estado que solo prioriza la explotación de los recursos, que durante decenas de años ha dejado en el olvido a estas comunidades y con las que ni siquiera puede mantener el diálogo porque hablan otra lengua.

Somos un país rico en recursos, pero también diverso en culturas. Nuestro territorio alberga varias nacionalidades indígenas. Es decir somos pluriculturales y plurinacionales. El día que los gobernantes entiendan eso, nos encaminaremos a un verdadero desarrollo inclusivo y sostenido.

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